Amo la libertad... Por eso ya no soy libertario


En mis lecturas más recientes se encuentra el libro “Pilares de Prosperidad” del médico obstetra, economista amateur (en el más puro sentido etimológico de la palabra) y senador estadounidense Ron Paul. El libro es una compilación de discursos del septuagenario senador republicano ante la cámara a la que pertenece desde 1976. En sus discursos se percibe toda la lucidez de un hombre con principios un hombre que aún como representante del partido republicano (una plataforma ultraderechista que defiende a ultranza los monopolios artificiales y privilegios del añejo Establishment Estadounidense y sus delirios imperialistas) alza su voz en defensa de la constitución de su país y de los principios de sus padres fundadores, un hombre que lastimosamente estoy seguro jamás presidirá desde la oficina oval.

En mi país son muchas las voces también que defienden la aplicación de las teorías de Hayek, Ruthbard y Von Misses y que no dudarían en promover la candidatura de un hombre como el senador Paul a la presidencia del país, voces que abogan por la reducción del Estado (ya de por si débil e inexistente en gran parte del país) y que verían con buenos ojos que incluso los servicios básicos de salud y educación pasen a manos privadas, haciendo que todo los recursos del Estado se limiten a proteger la propiedad y la vida (de los propietarios por supuesto). Son muchos los periodistas y académicos que leen con alarma los artículos de Andrés Openhaimer (otro adalid libertario, que promueve desde Miami la adopción de estas políticas en Latinoamérica) en los que hace ver como los países asiáticos aventajan en mucho a los latinoamericanos en muchos indicadores pero sin hacer notar por ejemplo que los indicadores de educación y de salud en estas tierras (Asia) se lograron con mucha inversión pública, con Estados fuertes y una amplia red social que paralela a creativas economías de mercado fue la base de su desarrollo. Los países asiáticos cuentan con economías de mercado que en su origen fueron promovidas y coordinadas desde el propio Estado y respaldadas por una Academia pujante patrocinada también por el Estado mismo.

Retirar al Estado de funciones sociales básicas como salud (incluyendo seguridad alimentaria) y educación es en nuestros países una irresponsabilidad y raya en la crueldad ya que a diferencia de Estados Unidos y Austria (países donde el libertarianismo se estructuró) en latinoamerica gran parte de la población ha sido victima de una exclusión sistemática diseñada para mantenerle en un estado perpetuo de servidumbre y atraso. Si para romper esta herencia desafortunada es necesario subir las tasas impositivas esto no debe tomarse como un ataque a la industria (a la que no le vendría mal un crecimiento en el poder de consumo de todos los guatemaltecos) sino como un sacrificio que es necesario emprender, la tarea del gobierno eso sí es transparentar su gasto e invertirlo de forma inteligente con planes concretos.

El punto es que debemos quitarnos de inmediato la mentalidad polarizada heredada de una guerra fría en la que no fuimos más que peones, como lo dice bien Edgar Gutiérrez en su artículo titulado “Capitalismo del Centavo” publicado en “El Periódico” del día de hoy http://www.elperiodico.com.gt/es/20120123/opinion/206875/ la mayoría de combatientes alzados en armas durante la guerra, no buscaba más que su inclusión y no tenía mucha noción de materialismo dialectico, Lenin, Marx y demás filigranas ideológicas, su lucha era por convertirse en propietarios y tener alguna posibilidad de mejorar su situación, es decir no eran más que la génesis de cualquier sistema de libre mercado. Estados Unidos llama padres fundadores a los individuos que con dichos ideales en 1776 se sacudieron el yugo del imperio británico sin embargo cuando este mismo tipo de milicias y revoluciones tuvieron lugar en la Latinoamérica de mediados del siglo XX dio por llamarles comunistas, bajo la influencia del Senador Mc Carthy, los hermanos Dulles y otra serie de monstruos a quienes nuestra historia recordará siempre como filibusteros anacrónicos y dignos herederos de William Walker.

Que el Estado proporcione una red básica de servicios sociales no debe ser jamás objeto de un debate ideológico en nuestros países ya que es una necesidad. Una niña sujeta a la tiranía del destino que la hizo nacer en una familia analfabeta con un padre y abuelo explotados por generaciones en un sistema cuasi feudal de producción y una madre pegada a los rigores del comal y el nixtamal (ya que lastimosamente es a la mujer a la que se le niega de forma más común la educación) no es libre si no se le brinda una educación. En resumen estoy convencido que el senador Paul de tener que gobernar Guatemala dejaría de llamarse libertario eso sí sin dejar de amar la libertad.



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