Dialago y Argumentación a la Tortrix, El Proceso Contra el General


Los sucesos recientes, relacionados con el proceso instituido en contra del General Ríos Montt, pusieron en evidencia la forma en que los guatemaltecos solemos argumentar y debatir. A través de este artículo me gustaría llamar la atención acerca de algunas tendencias que considero preocupantes.

Uno de los aspectos que el juicio dejó en evidencia es que los guatemaltecos parecemos no estar muy acostumbrados a la argumentación lógica, tendemos más bien a la apelación sentimental a la analogía mal aplicada o a la simple descalificación. El juicio nos confrontó con hechos dolorosos que son innegables y que pese a la ley de amnistía promulgada tras los acuerdos de paz aún son punibles como crímenes de guerra; aún la guerra tiene sus reglas y en Guatemala hay indicios de que las mismas fueron violadas por ambos bandos. El proceso en contra del General deriva precisamente de estos hechos.

Las preguntas que habían de ser dilucidadas a través de dicho proceso, eran básicamente tres. 1) ¿Constituyen las acciones tomadas por tropas del ejército en determinada área del territorio nacional en el periodo 1982-1983 ofensas criminales no incluidas en la ley de amnistía? Si esto es afirmativo, 2) ¿Es la calificación penal de genocidio, en la cual el ministerio público encuadró dichas acciones la que en derecho corresponde? De no ser así ¿Cuál es la calificación correcta? y 3) ¿Tiene el General Ríos Montt, como jefe de Estado de facto durante dicho periodo, responsabilidad por dichas acciones que tuvieron lugar durante su mandato? (aclaro que en cuanto a estas preguntas no atiendo a los momentos procesales en que debieron resolverse, ya que no soy precisamente penalista).

El delito de genocidio implica el “propósito de destruir total o parcialmente un grupo nacional, étnico o religioso” su existencia depende de dicho propósito; pueden darse acciones deleznables y crímenes terribles, que también caen en la categoría de crímenes contra la humanidad (tortura, ejecuciones extrajudiciales en masa, etc), sin que se configure dicho tipo penal.

Probar este propósito de exterminio era la tarea más difícil del ministerio público en el proceso (establecer si esto se logró o no, vislumbro desde ya, será el principal argumento a debatir durante la segunda instancia). La segunda tarea del ministerio era establecer que el General Ríos tenía las facultades para a través de la cadena de mando, planificar, coordinar y en su caso detener dicha política de exterminio (esto también seguramente será argumento durante la segunda instancia).

El debate (al social me refiero, no al jurídico del cual hablaré con más propiedad luego de leer las transcripciones del proceso, si logro conseguirlas) en lugar de haberse centrado en las anteriores preguntas, estuvo por un lado basado en recordar lo brutal de los hechos acaecidos, lo que no puede negarse, pero escasamente en ahondar acerca de la intencionalidad de exterminio étnico como política de Estado en aquel momento histórico. Que quede claro que no estoy negando que haya podido existir dicha intencionalidad (me muero de curiosidad por leer en detalle como el tribunal la estableció en la sentencia) sin embargo creo no puede probarse la misma de forma unícamente cuantitativa o como un derivado natural del racismo (que es innegable en Guatemala), una ilustración sería el caso del apartheid sur-africano, racista y virulento, pero que no implicó una intencionalidad de exterminio sino una subyugación económica e ideológica, tan terrible como el propio genocidio pues negaba a un grupo humano su propia condición humana para convertilo unicamente en un instrumento de trabajo.

En el bando opuesto la argumentación fue cualitativamente más pobre y cuantitativamente más ruidosa, y puede resumirse someramente en falacias como: 1)“La guerrilla también cometió crímenes de guerra”, lo cual también es innegable, pero es totalmente ajeno al debate en este proceso, para discutir este extremo habría que empezar otros; 2)“Los soldados también eran indígenas”, este hecho tampoco contribuye a probar la inexistencia de intencionalidad de exterminio, especialmente debido a la conscripción forzosa practicada por ambos bandos, que es en sí un crimen de guerra; 3) “No hubo genocidio porque todavía hay Ixiles y en números mayores a los que existían durante el conflicto armado”, este argumento es equivalente a asumir que únicamente hay genocidio cuando este es muy exitoso, equivaldría a decir que no hubo genocidio durante la segunda guerra mundial ya que la actual población judía es muy grande; o bien descalificaciones y teorías de conspiración como: “El juicio no es más que la guerrilla derrotada, buscando venganza con el financiamiento de intereses extranjeros”, afirmación que de tener bases es preocupante, pero que no desvirtúa la existencia del proceso como tal y parece más una especie de táctica propagandística y de descalificación.

El primer analista que expuso argumentos en contra de la hipótesis de genocidio en términos lógicos, exponiendo con detalle en que consiste dicha figura y dudas razonables de que lo sucedido en Guatemala encuadre en ella, fue Gustavo Porras, a esta de cal, lastimosamente agregó una de arena firmando un documento en que se condenaba al juicio en sí, básicamente arguyendo que ese hormiguero era mejor no tocarlo ya que "se rompería la paz política", obviando el hecho de que uno de los componentes de la paz es el derecho de acceso a la justicia y a los órganos jurisdiccionales.

Luego de concluida la primera instancia, instituciones como el CACIF tratando de neutralizar una posible responsabilidad moral, lanzaron inmediatamente su campaña: “Todos Somos Ríos Montt” (frase que bien podría ser el slogan de la misma, incluso con un sabor futbolero de yo sí le voy a mi guate), bajo el argumento de que una condena por Genocidio nos hace genocidas a todos los guatemaltecos y afecta negativamente el clima de inversión. Siendo, el primero de estos argumentos falso y el segundo, aparte de falso, totalmente irrelevante a los hechos.

Así las cosas en nuestra querida patria, un primer paso es buscar el dialogo, pero el segundo y más importante es ser objetivos y basar nuestras posturas en argumentos racionales, la presente polémica espero sea una constructiva lección a este respecto, aunque la cosa parece no dar para muchas esperanzas, una vez los dos bandos en conflicto no se distancien de posiciones extremas y comiencen a ver las cosas de modo más objetivo.
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2 comentarios:

  1. interesante Daniel. Otra perspectiva.

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  2. Gracias por el comentario Guayo, mi intención no es ni negar ni afirmar la calificación en este artículo, simplemente apuntar a formas de argumentación que creo no contribuyen a un dialogo eficaz.

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