Un Vacío en Londres


Como cada cuatro años la historia se repite, ahora la polémica gira en torno a una bandera removida de “Regent Street” la avenida comercial más famosa de Londres. Dicho pabellón correspondiente a la República de China fue removido de la concurrida arteria londinense debido a presiones de la diplomacia de la República Popular de China.

Para muchos de mis queridos lectores el párrafo anterior parecerá tener muy poco sentido, ¿porqué habría de presionar China para que se remueva la bandera de China? Pues básicamente debido a que la bandera de la República de China representa aún aquel intento republicano de principios del siglo 20 que terminó con el régimen imperial en China y que tenía por meta modernizar a dicho país y sacarle del feudalismo. Dicho intento fue liderado por el Bolívar de Asia, el Dr. Sun Yatsen quién como Bolívar, creo yo habrá exclamado alguna vez "he arado en el mar" al presenciar como luego del triunfo revolucionario sus compatriotas se dividieron en una guerra fratricida que aún luego de la muerte de Sun estaba lejos de concluir, eso sí ya con distintos protagonistas.

Dicha guerra terminó con el triunfo del Partido Comunista Chino de la mano de celebres generales como Zhu De, Lin Biao y Peng Dehui todos bajo las órdenes del celebre Comandante Mao quién luego de su triunfo estableció la República Popular de China y con ella una nueva bandera, roja con estrellas amarillas, la cual hasta el día de hoy es el pabellón nacional de China.

Por aquella época la gente de Taiwán formada en un crisol donde se mezclaron las culturas china (holkien y hakka), Japonesa y más de una veintena de etnias austronésicas, estaba bastante lejana a las luchas acaecidas del otro lado del estrecho, habían vivido la segunda guerra mundial del lado japonés y existía mucha incertidumbre acerca de su futuro político, esta incertidumbre quedo zanjada de golpe cuando Estados Unidos decidió no establecer una república independiente en la isla sino retornar la administración de Taiwán al gobierno de la República de China (bando que estaba a punto de perder la guerra en el continente). Desde aquel momento la bandera del sol blanco, sobre un cuadro azul encima del fondo rojo (representación de los tres principios del pueblo, democracia, justicia social y nacionalismo) ondea sobre Formosa.

Dentro del espectro político de Taiwán hay gente que ve dicha bandera con recelo como el símbolo de un régimen impuesto, una dictadura de partido único de varias décadas y una de las más rígidas leyes marciales de la historia, del otro lado del espectro dicha bandera se percibe de forma idealizada como representante de los principios revolucionarios que la inspiraron y con un anhelo de vuelta a casa para los veteranos seguidores de Chiang Kaishek (sucesor del prócer Sun, en mi opinión no el más indicado pero eso es materia de otro artículo).

 

Sin importar la posición política (los dos extremos son bastante irreconciliables con la realidad socio política actual de la región) creo que lo importante es que para la mayoría de taiwaneses esa bandera es la única que han conocido. Los taiwaneses ya la pasan bastante mal cuando su nacionalidad no se les reconoce casi nunca en ningún lugar del mundo privándoseles de un derecho humano fundamental. Este es el drama que vive este pueblo trabajador como los más, amable como los más; y hospitalario y creativo como pocos; un pueblo que con toda razón se indigna cuando su bandera es removida dejando un vacío como muestra final de irrespeto.

El asunto no es la bandera, si no pura dignidad; el derecho de un pueblo a ser reconocido como tal en el concierto de naciones, si tan solo la organización de Londres hubiera tenido el buen tino de colocar la bandera del Comité Olímpico de Taiwán (China Taipéi) sobre “Regent Square” como estoy seguro se hará en la ceremonias oficiales nada de esto hubiera pasado, la mayoría del pueblo taiwanés sufrido como siempre, se hubiese dado por satisfecho creo con ese sencillo reconocimiento a su existencia.


 


Colocar la bandera de la antigua república en una vitrina internacional de forma tan abierta fue sin duda un desacierto diplomático aunque en su momento pudo haber sido un gesto bien intencionado hacia la no poco numerosa comunidad taiwanesa de Londres, sin embargo removerla dejando un espacio vacío por varios días para luego colocar el pabellón del comité olímpico de Taiwán ha causado una sensación aún más salobre en dicha comunidad que la que hubiera causado el colocar desde el principio la bandera del comité olímpico únicamente.

Una lección valiosa que nosotros pueblos amigos de Taiwán debemos aprender es que intentar quedar bien con Dios y con el diablo es imposible, y nuestra política exterior deberá tomar esto muy en cuenta.

Y el llamado para muchos poderes occidentales que la llevan de democráticos y respetuosos de los derechos humanos es sean consecuentes, reconozcan a este pueblo su nacionalidad.


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